Dice que me quiere pero se acuesta con otras

¿Somos infieles por naturaleza? Los conflictos de pareja por aventuras son frecuentes. La terapia familiar ofrece soluciones para superarlo.

Por Manuel Fló

Son muchos los hombres que dicen querer a sus parejas pero que tienen relaciones extramatrimoniales. Ahora que la esperanza de vida ha aumentado, muchos opinan que no se puede ser fiel toda la vida. Sin embargo, al parecer es la base neurológica del hombre lo que favorece la actividad sexual, y no los años que pasemos con una pareja.

En el libro “Las necesidades de ella, las necesidades de él”, el especialista en terapia familiar Williard Harley expone que el riesgo de infidelidad crece cuando las necesidades de hombres y mujeres (que son distintas) no se satisfacen. Según los datos extraídos de una amplia encuesta, las necesidades de la mujer serían afecto, diálogo, sinceridad, estabilidad financiera y compromiso familiar, mientras que las masculinas serían satisfacción sexual, compañía de la pareja en las actividades que le interesan, mantenimiento del atractivo de la pareja, paz doméstica y que ella se muestre orgullosa de él. Así, para el hombre la satisfacción sexual sería determinante, y en cambio no lo sería para ella.

La neurobiología apoya los resultados de esta encuesta. Varios investigadores han concluido que en el cerebro femenino son mayores las áreas responsables del afecto y la empatía, mientras que en el del hombre las mayores zonas controlan los impulsos sexuales. Cuando se ponen en marcha las áreas del cerebro de los impulsos sexuales, las zonas que regulan el amor pueden permanecer intactas, por lo que se concluye que el hombre puede sentirse atraído sexualmente por una mujer y seguir queriendo a su pareja. En cambio, según estas teorías biológicas, la mujer es menos sensible a las tentaciones sexuales del entorno.

Claro que esto no es ninguna excusa para una infidelidad, porque el cerebro se puede moldear y educar. Una terapia familiar con nuestro psicólogo sexólogo en Barcelona puede ayudar a superar una aventura en la pareja, para que él trabaje más los sentimientos y ella pueda racionalizar y aceptar lo ocurrido. 

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